Este libro evalúa los nuevos conocimientos dimanantes de la investigación básica y aplicada sobre la rabia en función de su utilidad para prevenir y combatir dicha enfermedad. El informe señala los numerosos medios nuevos disponibles para aplicar tanto en la clínica como sobre el terreno y formula consejos y recomendaciones para ayudar a las autoridades nacionales de control a poner sus políticas ya sea en lo concerniente a las vacunas preferibles como a las medidas de cuarentena en consonancia con los últimos conocimientos científicos. El informe también identifica problemas específicos de la investigación que es preciso resolver para desarrollar técnicas de diagnóstico más sensibles, mejorar la inmunogenicidad de las vacunas y su eficacia en relación con los costos y eliminar la rabia de las poblaciones caninas y de la fauna silvestre. En la sección de apertura referente al diagnóstico, evalúa las técnicas existentes y en desarrollo para el diagnóstico de animales y de seres humanos y para la clasificación de las cepas de virus. En la tercera sección se examinan las mejoras recientes de las vacunas antirrábicas para seres humanos y para animales y el informe también recomienda vivamente que las vacunas encefalitogénicas de tejido cerebral sean reemplazadas cuanto antes por vacunas preparadas en cultivos celulares. En razón de la tasa de letalidad extremadamente elevada de la rabia humana, la información sobre la prevención es especialmente detallada. Los consejos prácticos incluyen planes recomendados de inmunización para la protección de los individuos que corren un alto riesgo de exposición, directrices para el tratamiento posterior a la exposición y una explicación de los factores que han de tomarse en consideración para decidir si se iniciará o no un tratamiento posterior a la exposición. Las estrategias de prevención de la rabia se examinan de forma más pormenorizada en las secciones que describen nuevos criterios de lucha antirrábica en perros y en animales silvestres. El informe concluye además que ya no se deben extirpar ni destruir en gran escala perros ni animales silvestres porque ese método nunca ha demostrado tener efectos significativos de largo plazo en la densidad de las poblaciones ni en la propagación de la rabia.

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